Muchos creen que un negocio inteligente es aquel que tiene todos los gadgets, dashboards y licencias del mercado. La verdad es que la inteligencia empresarial está más en la mentalidad que en la tecnología.
1. Saber qué medir (y para qué)
Tener 25 indicadores pero no saber qué hacer con ellos es como tener un Ferrari sin gasolina. Las empresas que realmente crecen son las que escogen bien sus métricas y las convierten en decisiones.
2. Delegar con cabeza
Externalizar no es lavarse las manos, es reconocer que hay procesos que otros pueden hacer mejor. Las compañías que tercerizan inteligentemente liberan tiempo para innovar, no para apagar incendios.
3. Aprovechar los datos del día a día
Desde el comportamiento del cliente hasta el tiempo promedio por tarea, todo deja rastro. Las organizaciones que los interpretan con lógica y visión ajustan su operación y afinan su estrategia como un reloj suizo.
Un negocio inteligente no necesita ser grande, necesita ser ágil. Y eso se logra más fácil cuando se tienen aliados que entienden la jugada, que ya pasaron por ese camino y tienen las herramientas para acelerar el proceso.